¿ÉPOCA GÓTICA?
Para R. Huyghe, el gótico es menos un jalón estilístico que una nueva actitud que rechaza la influencia antigua, tal como aparece en el arte románico, para sumergirnos en fuentes más específicas, dando libre curso al dinamismo y al arabesco ornamental de los pueblos septentrionales.
La analogía entre el esplendor de la arquitectura gótica y el melismo o vocalización del organum es manifiesta: al vértigo de los colores sonoros corresponde el destello de las vidrieras, al ímpetu ascensional de pilares y columnas, la fuerza dionisíaca del ritmo perotiniano.
Pero esta analogía con las artes plásticas no debe tampoco sistematizarse, porque la música medieval es, por naturaleza, menos receptiva a las influencias que cualquier otra forma de arte. Rebelde a la tiranía del intelecto, refleja ante todo la naturaleza profunda de lo que se expresa a través de ella. Además, si la imitación de los antiguos en arquitectura venía favorecida -en el sur de Francia, al menos- por la presencia de numerosos vestigios arqueológicos, la Edad Media apenas conoció la música grecorromana más que a través de sus teóricos. Eso equivale a decir que tenía de ella una idea muy imperfecta, porque nada es tan difícil como describir una impresión sonora con palabras, cosa que, por lo demás, los teóricos ni siquiera ambicionaban, pues se plegaban a consideraciones especulativas y seudocientíficas.
La teoría musical antigua se encuentra desviada de su objeto en beneficio de una expresión que sin duda no había imaginado jamás, expresión en la que se mezclaban elementos propios de cada una de las etnias afectadas y la influencia de Oriente a través de las cruzadas y de los árabes de España.
En el siglo XIII, estas corrientes, a menudo contradictorias, se fundirán en un sistema musical único y fuertemente estructurado, comparable, en música, a lo que los historiadores del arte llaman el "gótico internacional".
El principal cambio de estética entre los siglos XII y XIII reside de hecho en el paso del ritmo libre -planus- al ritmo medido -mensuratus- en el que se basa todavía en mayor o menor medida nuestra música actual. Viene acompañado, desde el principio, por una especie de encogimiento o estrechamiento de todos los parámetros musicales, que hoy sentimos como una pérdida de materia musical (obras cortas, proliferación de palabras en detrimento del canto vocalizado) y una ausencia de variedad (ritmo simplificado, armonía más estereotipada). Tendremos ocasión de observar la misma rigidez en la actitud de la Iglesia en lucha contra las herejías y en el esfuerzo de racionalización del pensamiento de los filósofos. El florecimiento del canto medido, alrededor de 1250, y su nueva orientación hacia el ámbito profano resulta más familiar y próximo a nosotros.


LAS GRANDES CORRIENTES MUSICALES DE LA ERA GÓTICA
La determinación de las grandes corrientes musicales de los siglos XII y XIII se hace con arreglo a las obras polifónicas. Sin embargo, no se puede afirmar que esta música sea el género dominante: algunos se apasionarán por el desarrollo del trobar (arte de los troveros y trovadores); otros buscarán los más antiguos testimonios del arte instrumental y el auge de la danza; la canción popular, tan difícil de imaginar por falta de testimonios, debería legítimamente ser considerada como la expresión más absoluta de un grupo social en un momento dado. Sea como fuere, el estilo polifónico, con razón o sin ella, cubre con su sombra las demás actividades musicales de la época.
Se suele distinguir una primera serie de obras reagrupadas bajo la etiqueta de "estilo de San Marcial" o "escuela aquitana" (1100-1160). A continuación se desarrolla la "escuela de Nôtre-Dame", llamada "escuela parisiense" (1160-1250), con su prolongación, el Ars antiqua, que, tras un periodo de transición, concluye hacia 1320. El Ars antiqua se llama así por oposición al nuevo estilo del siglo XIV o Ars nova, cuyo manifiesto lo constituye el tratado de Felipe de Vitry Ars nova notandi. Sucede sin embargo que se designa como Ars antiqua a la totalidad de composiciones polifónicas que preceden al Ars nova, pero es preferible utilizar una clasificación más sutil, que ponga mejor de relieve la diversidad de la época gótica.