domingo, 30 de diciembre de 2007

LA SALSA: ORIGEN Y EVOLUCIÓN
En los años cuarenta, el son era la música de baile más célebre entre las clases populares de Cuba y Puerto Rico; los puertorriqueños que emigraron a Nueva York durante esta etapa -y que en los cincuenta constituían ya una comunidad consolidada- llevaron consigo el género, un componente que resultaría fundamental para el futuro desarrollo de la música de baile latina, cuyo florecimiento tuvo lugar en la etapa central del siglo, con la denominada "era del mambo". Fue éste un estilo predominantemente instrumental, popularizado -tanto en La Habana como en Nueva York- por intérpretes cubanos y puertorriqueños que lideraron grandes bandas, y al que sucedió, poco después, el cha-cha-chá. Indudablemente, los años cincuenta constituyen un período especialmente dinámico para el desarrollo de la música de baile cubana.
La palabra "salsa" comenzó a utilizarse en la década de los sesenta en Puerto Rico y entre los músicos latinos asentados en Nueva York y otras ciudades de los Estados Unidos. Durante estos años prendió entre los miembros de la comunidad latina neoyorquina el deseo de implicarse de manera creciente en la actividad política del país; se extendió la pretensión de una mejora de las condiciones sociales de vida, al tiempo que se reivindicaba de manera creciente una identidad propia en el terreno cultural. La recién creada compañía discográfica Fania -el sello indiscutible de la salsa y la referencia fundamental en la materia- comenzó entonces a organizar una serie de conciertos para promocionar a jóvenes intérpretes de los ritmos cubanos. A principios de los setenta ya había conseguido popularizar el término para referirse al tipo de música realizada y producida en Nueva York por los inmigrantes latinos, imposible de entender sin tomar en cuenta la aportación de formas y ritmos del ámbito caribeño. De manera inmediata, el género fue asociado a la efervescencia política del momento. En agosto de 1971 tuvo lugar una reunión de todas las estrellas del sello en el club Cheetah de Nueva York, propiedad de Ralph Mercado, manager de la compañía. El evento se ha considerado, con frecuencia, la fecha oficial del nacimiento de la salsa. De aquella memorable cita surgirían, además del concierto, numerosos discos y una película, Our Latin Thing ("Nuestra cosa latina"), que triunfó en todo el ámbito latinoamericano. Cinco años después, Fania firmaba un contrato de distribución con la compañía CBS, en un intento de lanzarse a la conquista del mercado de habla inglesa. Destacados líderes de bandas como Willie Colón, Rubén Blades, Johnny Pacheco, Ray Barretto o Eddie Palmieri se convirtieron en el alma de un movimiento musical que, además de ser vehículo de expresión del orgullo latino, se identificaba con las propuestas de unidad y movilización en los países del área caribeña y entre las comunidades latinas asentadas en el este de los Estados Unidos.
Si bien Nueva York había actuado como el centro comercial de la salsa, siempre existió competencia por parte de algunos países hispanoamericanos; en la etapa central de los años setenta el género se había convertido ya en el idioma musical popular dominante en el Caribe de habla hispana, con centros emergentes como Venezuela y Colombia, cuyos conjuntos salseros rivalizaban en fama con los de Nueva York.
En la década siguiente, la concepción de la salsa como elemento de unión y herramienta de movilización sociopolítica decayó notablemente. Por otra parte, el género tuvo que enfrentarse a la competencia del merengue, un tipo de música de baile originario de la República Dominicana. No obstante, la salsa ha mantenido su popularidad entre las jóvenes generaciones de latinos, que se han decantado por un estilo de corte erótico -Lalo Rodríguez-o romántico -Tito Nieves, Eddie Santiago-, de tono más sentimental y tierno.
En la actualidad, como ya se ha indicado, bajo el amplio paraguas del término "salsa" queda englobada una gran variedad de géneros populares de música de baile del ámbito latinoamericano; una curiosa amalgama de intérpretes y ritmos que, muchas veces, ni el público ni los medios de difusión han sabido diferenciar entre sí. Aunque en origen se pudo considerar una reinterpretación moderna de la música de baile cubana, a la que se incorporaban arreglos contemporáneos, a partir de mediados de la década de los ochenta se impuso la evidencia de que la salsa era algo más. De hecho, tal planteamiento había revelado su falsedad desde el momento en que se aceptaba la validez de la aportación de figuras como el panameño Rubén Blades y el neoyorquino Willie Colón, de formaciones como el Grupo Folclórico y Experimental Nuevayorquino y de las orquestas colombianas que se habían incorporado con pleno derecho al complejo entramado del movimiento. Así, desde el merengue dominicano -cuya penetración se debe a la labor de creadores como Johnny Ventura o Wilfrido Vargas- al vallenato colombiano, sin olvidar la música de intérpretes que, como Celia Cruz o Tito Puente, se inclinan por la denominación de "música afrocubana" para caracterizar su trabajo, la variedad es elemento esencial de la salsa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

estuvo pesimo